Hace no mucho, compartía con mis suscriptores este fragmento que leí en un libro que vale más de lo que cuesta:
«Había un ciego en el puente de Brooklyn pidiendo limosna. En sus manos, un cartel:
“Una limosna, por favor. Soy ciego”.
De vez en cuando caía alguna moneda.
Una mañana pasó alguien por allí. Tomó el cartel. Le dio la vuelta. Escribió algo en él y lo puso de nuevo entre las manos del ciego.
De inmediato, empezaron a caer monedas.
Quiso saber qué habían escrito en su cartel y pidió que se lo leyeran.
“Ha llegado la primavera y yo no puedo verla”.
Con el primer cartel aquel ciego solo podía dar pena.
Con el segundo daba la luz del sol, los árboles verdes, los niños jugando… ¿Quién no entrega unas monedas a cambio de todo eso?»
Y, aunque este pequeño fragmento le de cobijo a más lecciones de copywriting de las que me encuentro en muchos grandes anuncios, hoy te quiero hablar de una muy concreta.
Una que tiene mucho que ver con tu negocio online, especialmente si tienes a tu competencia pisándote los talones.
¿Qué tiene tu mensaje que no tengan los demás?
Cuando te mueves en un mercado muy voraz o muy saturado, tener un discurso propio suele ser un reto muy exigente.
Si tu nicho está hasta arriba y todos tenéis un producto o servicio extremadamente similar, ¿qué le vas a contar a tu cliente ideal para que se quede con tu cara y no te vea como uno más?
Esa es una de las preguntas con las que me encuentro más a menudo.
La cuestión es que para distanciarte de esa competencia solo necesitas una respuesta: ¿cuál es la historia que tu competencia no quiere contar?
Si te dedicas a observar lo que sucede a tu alrededor, a tu público objetivo y a tus principales competidores, poco a poco empezarás a ver un patrón común.
Un patrón para lo que buscan y valoran tus clientes y un patrón para lo que transmiten tus competidores en sus textos.
Mira, un ejemplo real con el que me he topado hace poco es el de una marca de zapatos para los más pequeños. Su mayor competencia centraba todos sus mensajes en el diseño de cada modelo, la comodidad, en la relación entre calidad y precio, etc. Sin embargo, estaban pasando de puntillas por algo mucho más relevante para su audiencia: los niños y las necesidades específicas de los niños de su edad.
Es muy complicado pasar esas diferencias por alto.
Cuestión de prioridades.
Hay ciertos mensajes que tu competencia está mirando como quien ve el tiempo en la televisión.
Sabe que son están ahí por algo, pero no está dispuesta a considerarlos el eje de su comunicación. No son su prioridad.
¿Qué puedes hacer tú?
Encuentra el patrón que sigue tu competencia. Averigua cuál es la historia que no quiere contar, una historia que sea relevante para tu discurso pero, sobre todo, para tu cliente ideal
Y, por último, hazla tuya.